La mecanización de la agricultura, o sea el reemplazo de trabajo humano por trabajo animal primero y mecánico después, ha sido una constante a lo largo de la historia. Este proceso se ha acelerado notablemente a partir del siglo xix (nuevas máquinas), acentuándose en el siguiente con la motorización (tractorización) de la agricultura. La mecanización ha reducido substancialmente el tiempo insumido en las labores agropecuarias y el esfuerzo humano volcado en las mismas. El hombre ha reemplazado trabajo por capital y con ello ha incrementado sensiblemente su productividad. Por ejemplo, un agricultor romano a comienzos de nuestra era producía alrededor de 1,3 kg de trigo por hora de trabajo; actualmente su colega en Argentina produce poco más de 3.000 kg por hora.4 Desde luego, este aumento de la productividad no se debe exclusivamente a la mecanización de los cultivos (hubo sensibles aumentos en los rendimientos, mejores tecnologías en la lucha contra las adversidades, etc.), pero la mecanización no ha dejado de desempeñar un papel muy importante. Lamentablemente hay muy poca información estadística referente a la mecanización en el mundo. Según el Banco Mundial a fines del siglo xx había alrededor de 19 tractores cada 1000 ha,5 pero este promedio mundial dice muy poco acerca de la situación de cada país. Todo indica que la mecanización de la agricultura va a proseguir a ritmo acelerado, requiriéndose cada vez menos horas de trabajo humano por hectárea. Como consecuencia, cada vez más personas deberán buscar su ocupación en otros sectores de la economía prosiguiendo el éxodo rural.
La revisión sistemática de 31 estudios, la mayoría concernientes al África subsahariana, encontró que una mayor mecanización, podrían impulsar la productividad agrícola en algunos países de ingresos bajos o medios-bajos. Sin embargo, todavía no existe un consenso con respecto a si el subsidio de estos insumos constituye una forma efectiva de estimular su uso. Por ello, se ha planteado examinar la evidencia acerca de los impactos de los subsidios a los insumos, en factores como la productividad agrícola, los ingresos y el bienestar de los beneficiarios, el bienestar de los consumidores y el crecimiento económico. Por último, la base de evidencia es pequeña, por lo que es necesario realizar más investigaciones y en países fuera del África subsahariana para que estos resultados tengan más validez.
Leave A Comment